PUBLICADO ORIGINALMENTE EL 23 DE OCTUBRE DE 2021
Esta semana en Cinematófilos, la sensible historia de una joven madre que decide romper con las convenciones. Más abajo vas a encontrar el link para acceder a la película. Te recomiendo que la descargues en tu PC para poder verla cuando quieras; si no sabés cómo hacerlo (es muy sencillo) podés revisar acá un tutorial al respecto.
Tu aporte es muy importante para este proyecto. Más adelante encontrarás los links para colaborar, tanto desde Argentina como desde el exterior. ¡Muchas gracias!
Para leer antes de ver la película
Sus películas, que intentaban conjugar ambiciones comerciales con pretensiones artísticas y políticas, fueron muy exitosas en el momento de su estreno. Sus temas y sus formas generaron bastante polémica en los medios de la época y también dentro de los movimientos feministas que la propia directora integraba. Vistos hoy, sus mejores films no sólo soportan muy bien el paso del tiempo, sino que lucen novedosos en el tratamiento de ciertos asuntos. Y, sin embargo, su obra permaneció en el más absoluto olvido durante décadas, sobre todo fuera de su país. Me refiero a la holandesa Nouchka van Brakel, directora de la película de esta semana en Cinematófilos.
En 1964 Nouchka van Brakel -nacida en Ámsterdam en 1940- fue la primera mujer en egresar de la Academia de Cine de los Países Bajos (Nederlandse Filmacademie). Entre sus compañeros de clase se encontraban algunos estudiantes que luego serían nombres importantes del cine holandés de los 70, la década más creativa y comercialmente prolífica del país. Por ejemplo, Adriaan Ditvoorst, Wim Verstappen y el gran director de fotografía Jan de Bont, que más tarde dirigiría en Hollywood éxitos como Máxima velocidad (Speed, 1994) y Twister (1996).
Con casi todos ellos y algunos más -como Pim de la Parra, nacido en Surinam, todo un personaje del cine holandés de la época- Van Brakel colaboró en distintos cortometrajes. Hacia fines de la década comenzó a militar en la agrupación feminista Dolle Mina, que entre otras iniciativas organizaba acciones públicas y protestas callejeras para remarcar la falta de equidad de género en distintos ámbitos de la sociedad holandesa de entonces. Entre 1967 y 1971 la directora realizó varios cortos de ficción y documentales en 16 mm sobre temáticas feministas, en algunos casos encargados por instituciones públicas.
SI NO USÁS MERCADO PAGO, PODÉS HACER UNA TRANSFERENCIA POR EL VALOR QUE ELIJAS AL SIGUIENTE CBU: 0170056540000030252347 (ALIAS: MIEL.PODER.DELFIN)
Sus primeros pasos dentro del cine comercial los hizo como asistente de dirección de Paul Verhoeven, notablemente en la extraordinaria Pasión obsesiva (Turks fruit, 1973), que sigue siendo hoy la película más vista en la historia de los Países Bajos. En 1975 dirigió una de los cuatro relatos del largometraje colectivo Melancholy Tales (Zwaarmoedige verhalen voor bij de centrale verwarming, 1975), basado en historias del escritor Simon Heere Heeresma y producido por Matthijs van Heijningen, con quien volvería a trabajar en sus proyectos más importantes.
El debut (Het debuut, 1977) fue el primer largo de ficción dirigido por una mujer en los Países Bajos desde los años 20. Van Brakel adaptó una novela de Hester Albach que narra el romance de una chica de 14 años (interpretada por Marina de Graaf, que tenía 16) y un hombre de más de 40, amigo de los padres de ella. Fue una de las películas más vistas del año en el país y también una de las más discutidas, debido a sus escenas de sexo naturalistas, mostradas sin tapujos. “En contradicción con la famosa historia de Lolita... [Carolien, la protagonista] no es la víctima de la represión sexual masculina. Es ella la que sigue su deseo de experimentar el sexo. Es su propia elección la de indagar en las posibilidades de sus anhelos sexuales. Y también es ella la que pone fin a la relación amorosa cuando se cansa”, escribió la directora en un texto que acompaña el reciente lanzamiento de la película en Blu-ray.
Esta semana veremos su siguiente realización, Una mujer como Eva (Een vrouw als Eva, 1979), que Van Brakel escribió junto a la poeta Judith Herzberg y probablemente sea su mejor película. Luego volvió a adaptar una novela para, desde el pasado, hablar del presente. Hedwig - Los fríos lagos de la muerte (Van de koele meren des doods, 1982), sobre un texto de Frederik van Eeden de fines del siglo XIX, es la historia de una joven que intenta escapar de la represión sexual de la sociedad de la época. Es quizás su obra más conocida, y también fue un suceso en los cines holandeses: se ubicó como la película más vista del año.

En 1987 presentó el que sería su último film exitoso: Un mes más tarde (Een maand later, 1987). Se trata de una comedia sobre dos mujeres muy diferentes (una soltera, liberal y desprejuiciada; la otra casada, madre de tres, conservadora) que deciden intercambiar sus vidas. Hay un dato que da una idea de la trascendencia comercial del cine de Van Brakel en esos años: los derechos para la distribución internacional de Un mes más tarde los compró la Warner Bros. cuando la película aún estaba en preproducción. Pero a partir de allí su trayectoria se hizo más errática e inconstante. Muchos de sus proyectos no lograron apoyo por parte del Nederlands Filmfonds, la agencia nacional que financia la producción de cine en el país. Y los pocos que sí lograron filmarse, como The Friendship (De Vriendschap, 2001), no fueron bien recibidos por la crítica y el público.
El tema recurrente en el cine de Van Brakel -o, al menos, en sus cuatro películas más relevantes- es el de mujeres que desafían las convenciones de la sociedad de su momento. Su cine es abiertamente feminista pero no es radical, al menos no en los términos en los que reclamaba por ejemplo Laura Mulvey en los años 70. La narración y la puesta en escena de Van Brakel son más bien clásicas; es en sus temas y en la forma de tratarlos donde su cine se destaca. Sus pretensiones comerciales le generaron en su momento críticas desde algunos colectivos feministas, que la acusaban de apropiarse de las causas para su propio interés. “A muchos cineastas no les importa que sus películas lleguen al público, lo que me parece que demuestra una arrogancia excepcional. Cuando mi película fracasa en el cine, me culpo por no haber contado bien mi historia”, opinó al respecto la directora en una entrevista en 1994. Una mujer como Eva es un buen ejemplo en este sentido: como veremos, Van Brakel abordó el asunto con una sensibilidad inusual para el cine comercial de la época.
UNA MUJER COMO EVA
Título argentino: Een vrouw als Eva
Directora: Nouchka van Brakel
Protagonistas: Monique van de Ven, Maria Schneider, Peter Faber, Marijke Merckens
País: Países Bajos
Idioma: holandés, inglés y francés
Año: 1979
Duración: 103 minutos
Para leer después de ver la película
Vista hoy, a más de cuatro décadas de su estreno, Una mujer como Eva llama la atención entre otras cosas por la naturalidad con la que muestra el romance entre dos mujeres. En los últimos años se estrenaron películas importantes como La vida de Adèle (La vie d'Adèle, Abdellatif Kechiche, 2013) u obras maestras como Carol (Todd Haynes, 2015) y Retrato de una mujer en llamas (Portrait de la jeune fille en feu, Céline Sciamma, 2019), pero en los 70 era infrecuente que el cine comercial abordara con tanta sensibilidad este tipo de relaciones. Eran los tiempos del erotismo lésbico para hombres de Roger Vadim o las sensuales vampiras de Jesús Franco o José Ramón Larraz.
Van Brakel construye muy bien a su protagonista Eva (apoyada en una enorme actuación de Monique van de Ven) desde el primer momento, cuando la vemos deambular sola por la casa, de noche, a oscuras. Eva está atrapada. Estalla en medio de la abulia de una reunión familiar y la respuesta de su esposo, que no sabe escucharla, será regalarle un viaje y enviarla lejos con una amiga. En ese viaje al sur de Francia Eva conocerá a Liliane (una desapasionada e intrigante Maria Schneider, una interpretación que suele ser criticada pero yo encuentro adecuada al tono de la película) y se le abrirá todo un mundo que desconocía. Esos aburridos empapelados pastel de su departamento en Ámsterdam, donde Eva no encuentra su lugar, donde no tiene una habitación propia, se contraponen con la soleada y verde libertad de la comunidad francesa donde vive Liliane.
En el Hollywood de fines de los 70 y principios de los 80 se hicieron varias películas sobre matrimonios que enfrentan un divorcio conflictivo. Algunas ya las mencionamos brevemente en la primera edición de este newsletter, dedicada a Smash Palace (1981), que también toca algunos de estos asuntos pero desde un lugar muy diferente. Kramer vs. Kramer (Robert Benton, 1979) y Donde hay cenizas... (Shoot the Moon, Alan Parker, 1982) abordan la cuestión casi exclusivamente desde el punto de vista masculino. Son películas misóginas, temerosas de las mujeres que toman la iniciativa, y que incluso terminan justificando la violencia machista. Algo similar se podría decir de Author! Author! (Arthur Hiller, 1982), película un poco menos jodida pero peor en su resolución, cuyo título para la distribución en Argentina es involuntariamente revelador de sus intenciones: ¡Qué buena madre es... mi padre! Todas se centran en el padecimiento de un hombre cuando su esposa decide, por diferentes motivos, irse de la casa, e incluso muestran cierto orgullo del varón que con dificultad logra hacerse cargo de las tareas domésticas. Pero ninguna se pregunta qué le pasa a ella, por qué eligió irse.
En 1979 se estrenó en los Países Bajos otra película sobre una relación lésbica: Dos veces mujer (Twee vrouwen), de George Sluizer, con Bibi Andersson y Anthony Perkins, adaptación de una novela del holandés Harry Mulisch que Tusquets editó en castellano como Dos mujeres. Pero aquí las intenciones son distintas. El romance entre el personaje de Andersson (una mujer madura divorciada) y una joven que conoce de casualidad en las calles de Ámsterdam funciona apenas como una pieza necesaria para armar un thriller indolente y bastante convencional.
En cambio, es mucho más atinada la comparación entre Una mujer como Eva y Lianna (1983), de John Sayles. Son muchas las similitudes entre las películas y no tiene sentido entrar aquí en demasiados detalles; basta decir que en ambas una mujer casada, madre de dos hijos, comienza una relación con otra mujer y decide dejar a su esposo. En todo caso, te recomiendo que veas Lianna (se consigue fácil por ahí con subtítulos), una buena película.
Pero hay una diferencia importante entre los films de Van Brakel y de Sayles, un director identificado con las ideas de izquierda en Estados Unidos y con una obra muy interesante, casi siempre al margen de los grandes estudios. “En los puntos más cruciales, Una mujer como Eva triunfa donde Lianna fracasa”, escribió Lisa DiCaprio en la edición de febrero de 1984 de la revista Jump Cut, una mirada que comparto.
Justamente, uno de los aspectos más interesantes de la película de Van Brakel es que no esquiva los efectos que las decisiones de su protagonista tienen en el plano social y familiar. La directora no busca exponerla a un castigo, sino criticar a la sociedad machista y homofóbica y a sus sectores más conservadores. Es muy lúcido en este sentido un detalle del momento del juicio por la tenencia de los chicos. En la primera audiencia Ad, el esposo de Eva, asiste con un abogado y pierde temporalmente la custodia de sus hijos. En la siguiente audiencia, ya definitiva, cambió de asesor legal: ahora es una abogada, que no duda en apelar a cualquier argumento para ganar el juicio. Algo similar ocurre con Sonja, la amiga de Eva, una mujer lo suficientemente liberal como para practicar toples en una playa pública que, sin embargo, le da la espalda a su amiga apenas se entera de que está enamorada de Liliane.
“En la escena final -planteó DiCaprio en su texto- vemos a Eva cargando las valijas y preparándose para subir a un tren, presumiblemente hacia la comuna donde vive Liliane. En el último momento decide no marcharse. Aunque ha perdido la custodia de sus hijos, Eva prefiere quedarse en la misma ciudad para poder visitarlos. Mientras que la película de Sayles silencia en gran medida las consecuencias sociales de las acciones de Lianna, Una mujer como Eva hace hincapié en las dolorosas decisiones que la sociedad impone a las lesbianas, especialmente a las madres lesbianas”. En lugar de forzar un final feliz, la directora decidió plantarse y reflejar los problemas que debe enfrentar una mujer cuando decide desafiar las convenciones de su tiempo.
Si tenés ganas de algo más…
- En YouTube podés ver el tráiler original de Una mujer como Eva, con subtítulos.
- El debut, Una mujer como Eva y Hedwig - Los fríos lagos de la muerte fueron editadas por primera vez en Blu-ray hace poco por Cult Epics, lo que les está dando una visibilidad que no tuvieron durante décadas. En el canal de YouTube de este newsletter podés ver un breve video del estadounidense Sean Baker, director de Tangerine (2015) y Proyecto Florida (The Florida Project, 2017), entre otras, hablando con mucho entusiasmo del cine de Nouchka van Brakel. Tiene subtítulos en castellano.
- La actriz Shirley MacLaine amó Una mujer como Eva, y utilizó sus influencias para que la película fuera exhibida en algunas salas de San Francisco. Tuvo, de todos modos, un recorrido comercial muy limitado en Estados Unidos, porque los distribuidores pensaban que la película lidiaba con temas demasiado sensibles para el público local. El dato aparece en el libro The Lavander Screen - The Gay and Lesbian Films: Their Stars, Makers, Characters, and Critics (1993), de Boze Hadleigh.
- Monique van de Ven, la protagonista de Una mujer como Eva, es una actriz muy importante en los Países Bajos. Debutó en el cine con una actuación deslumbrante en Pasión obsesiva, y poco después volvió a reunirse con Paul Verhoeven y Rutger Hauer en Sudor caliente (Keetje Tippel, 1975). Estuvo casada con Jan de Bont y vivió un tiempo en Los Ángeles, donde apareció en algunas serie de TV y películas de bajo presupuesto. En su país también actuó en El asalto (De aanslag, 1986), de Fons Rademakers, que ganó el Oscar como mejor película extranjera, y en Daylight (Daglicht, Diederik Van Rooijen, 2013), entre muchas otras. Pero yo te recomiendo, si no la viste, Fantasma en la noche (Amsterdamned, 1988), genial thriller de Dick Maas, que hace un gran uso de la geografía de Ámsterdam y tiene una de las mejores persecuciones de la historia del cine.
Archivo de publicaciones
Acá podés acceder al archivo de las publicaciones de Cinematófilos. Tené en cuenta que muchos de los links de acceso a las películas no continúan activos.