Esta semana en Cinematófilos, un recorrido por grandes ficciones televisivas de la BBC. Más abajo vas a encontrar el link para acceder a la película. Te recomiendo que la descargues en tu computadora para poder verla cuando quieras; si no sabés cómo hacerlo (es muy sencillo) podés revisar acá un tutorial al respecto.
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Para leer antes de ver la película
Se suele considerar a la British Broadcasting Corporation (BBC) como un modelo de medio público, que ofrece en radio, televisión e internet una programación de calidad (información, servicios, entretenimiento) con un grado razonable de independencia del gobierno de turno. Dentro de la diversidad de contenidos se destacan los television dramas, o ficciones televisivas, que son parte central de la grilla desde las primeras transmisiones, en la década del 30. La BBC produjo un buen número de programas que hoy son clásicos de la cultura occidental, y permitió que dieran sus primeros pasos en el medio audiovisual una gran cantidad de directores que luego trasladarían su talento al cine.
La BBC fue creada en 1922 como una empresa monopólica de capitales mixtos (ocho fabricantes de equipos de radio y la Oficina General de Correos) con el objetivo de “informar, educar y entretener”, un lema que perdura aún hoy. La publicidad durante las transmisiones estaba prohibida, por lo que el sistema se financiaba con un impuesto a la venta de radios y con un canon anual que debían pagar quienes tuvieran un equipo receptor en su casa. A comienzos de 1927 pasó a ser una corporación estatal y adquirió la forma que, con algunas modificaciones, mantiene en la actualidad.
Desde el inicio de sus transmisiones televisivas experimentales, la BBC abrazó a la ficción. La primera ocurrió la tarde del 14 de julio de 1930, cuando se emitió una versión de la obra teatral L'Uomo dal Fiore in Bocca (1922), del italiano Luigi Pirandello, que se eligió porque era breve (menos de media hora), con sólo tres personajes y un único escenario. En 1936 comenzaron las emisiones regulares, y para fines de 1938, 14 de las 22 horas semanales de programación estaban dedicadas a la ficción, según cuenta el libro British Television Drama (2015), de Lez Cooke. Se calcula que en 1939 había unos 25 mil televisores en el Reino Unido, y la señal de la BBC, emitida desde el teatro Alexandra Palace de la zona norte de Londres, sólo podía ser captada unos 40 kilómetros a la redonda. El inicio de la Segunda Guerra Mundial interrumpió las transmisiones, que se retomaron en 1946.
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Desde entonces, la BBC creó algunas ficciones memorables, conocidas y adoradas en casi todo el mundo. Desde la sitcom Fawlty Towers (1975-79), genial invención de John Cleese y Connie Booth, hasta la imperecedera ciencia ficción de Doctor Who (1963-89), que se relanzó en 2005 y todavía sigue, pasando por los disparates del Monty Python’s Flying Circus (1969-74) o éxitos recientes como Peaky Blinders (2013-22). Varias de las producciones de la BBC se vieron en la televisión argentina, sobre todo antes de la Guerra de Malvinas, como la miniserie Yo, Claudio (I, Claudius, 1976), protagonizada por Derek Jacobi. Pero lo que me interesa en esta entrega es lo que los británicos denominan single dramas, definición que se puede asociar con dos formatos con algunas semejanzas: el unitario televisivo y el telefilm.
Las décadas del 60 y 70 son consideradas la “época de oro” de la ficción en la BBC. El período comenzó a fines de 1962, con el nombramiento del productor canadiense Sydney Newman como jefe del Departamento Dramático de la emisora. Newman, que venía de crear la serie Los vengadores (The Avengers, 1961-69) para la cadena privada ITV, puso al aire el ciclo The Wednesday Play (1964-70; continuó como Play for Today hasta 1984), una serie de unitarios de alrededor de una hora de duración en su mayoría escritos especialmente para la pantalla chica. “A menudo se considera a este ciclo sinónimo de una ‘edad de oro’ de la dramaturgia televisiva británica, una época en la que guionistas, productores y directores tenían libertad para experimentar y producían regularmente obras innovadoras, en la que no existían las presiones comerciales para captar y retener audiencias que más tarde se convertirían en factores tan importantes en la televisión, y en la que era posible abordar los acuciantes problemas sociales de la época y provocar discusiones y debates, e incluso cambios sociales, a través de una sola obra televisiva”, describe Lez Cooke en su libro. Algunas de las emisiones de The Wednesday Play eran muy críticas con el gobierno de turno, laborista o conservador, y alcanzaban una audiencia de 12 millones de personas.
Allí brilló, por ejemplo, un joven Ken Loach, que dirigió diez envíos. En el extraordinario “Cathy Come Home” (1966) narró con un estilo documental, crudo pero sin golpes bajos, la caída en desgracia de un joven matrimonio, cuya situación se va deteriorando hasta que terminan siendo pobres y viviendo en la calle. Como en buena parte de su obra posterior, Loach planteó un esquema donde no hay personajes malvados sino un sistema económico injusto, que empuja a mucha gente a la miseria, y un Estado que no puede siquiera contenerlos.
Peter Watkins comenzó a experimentar con su particular mezcla de documental y ficción en el telefilm Culloden (1964), que narra la batalla de 1746 y sus consecuencias como si fuera la cobertura de un noticiero de los 60, lo que le permite trazar una analogía con lo que pasaba en Vietnam. Poco después The War Game (1966), agudo falso documental sobre las consecuencias de un posible ataque nuclear a las islas británicas, fue considerado “demasiado horripilante para el medio” por las autoridades de la BBC, que decidieron no emitirlo y sólo exhibirlo en cines durante un mes. Se llevó premios en el Festival de Venecia, ganó un Oscar en 1967 y recién salió al aire en 1985.
Son muchos los cineastas importantes del cine británico de las últimas décadas que tuvieron sus primeras experiencias trabajando para la BBC. Casi toda la obra de Alan Clarke se desarrolló en televisión, incluyendo Elephant (1989), quizás su obra maestra, que emitió la señal BBC Two. Danny Boyle fue productor de Clarke en la filial de Irlanda del Norte y filmó varios telefilms previos al estreno de su ópera prima, Tumba al ras de la tierra (Shallow Grave, 1994). Antes de realizar sus películas más importantes, como Mujeres apasionadas (Women in Love, 1969) y Los demonios (The Devils, 1971), Ken Russell dirigió Isadora Duncan, the Biggest Dancer in the World (1966), fascinante y poco convencional biografía de la célebre bailarina y coreógrafa estadounidense. En el comienzo de su carrera, Stephen Frears realizó Three Men in a Boat (1975), divertida transposición de la novela de Jerome K. Jerome protagonizada por Tim Curry y Michael Palin. En los 70, Mike Leigh dirigió seis entregas de Play for Today y más tarde firmó para la BBC el muy interesante telefilm Four Days in July (1984), sobre el conflicto en Irlanda del Norte.
Algunos telefilms de la BBC lograron una popularidad inoxidable, que resistió el paso del tiempo. Es el caso de Gira mágica y misteriosa (Magical Mystery Tour, 1967), la película creada y protagonizada por los Beatles; de Threads (1984), de Mick Jackson, angustiante relato sobre un holocausto nuclear en Gran Bretaña; o de Persuasión (Persuasion, 1995), de Roger Michell, transposición de la novela homónima de Jane Austen.
En la década del 90, luego de una reestructuración interna, algunas reformas presupuestarias y una creciente competencia (el quinto canal británico de aire, Channel 5, comenzó a transmitir en 1997), la BBC cambió un poco su perfil: abandonó los unitarios y comenzó a centrar su producción de ficción en torno a series y miniseries. “En este clima más competitivo -describe Cooke-, muchos organismos de radiodifusión, incluida la BBC, parecían más que dispuestos a ofrecerle al público lo que quería ver. Esto dio lugar a acusaciones de cierto ‘embrutecimiento’ de la programación, y a un declive significativo de la producción de obras desafiantes y de temática social por las que la televisión británica había sido famosa en los años 60 y 70”. En 1990, además, se creó la productora BBC Films para realizar largometrajes destinados a las salas de cine y a su posterior emisión televisiva. El primer proyecto fue La magia del amor (Truly Madly Deeply, 1990), de Anthony Minghella.
Pero de todos modos la televisión estatal realizó algunos telefilms interesantes en esos años. Michael Winterbottom comenzó su carrera en emisoras privadas, donde trabajó en varias series y realizó algunas películas para la pantalla chica. Luego de Butterfly Kiss (1995), su primer film estrenado en cines, volvió a la televisión para dirigir para la BBC la película de esta semana en Cinematófilos: Go Now (1995). Protagonizada por Robert Carlyle poco antes de la notoriedad que le dieron Trainspotting (Danny Boyle, 1996) y Todo o nada (The Full Monty, Peter Cattaneo, 1997), se estrenó en Argentina con un título horrible, Amo la vida, que prefiero no usar porque creo que traiciona el espíritu de la película.
GO NOW
Título argentino: Amo la vida
Director: Michael Winterbottom
Protagonistas: Robert Carlyle, Juliet Aubrey, James Nesbitt, Sophie Okonedo
País: Inglaterra
Idiomas: inglés
Año: 1995
Duración: 81 minutos
Para leer después de ver la película
Nick (Robert Carlyle) abre la puerta del vestuario de una patada. Se lo ve enojado, frustrado, y no sólo porque su equipo acaba de perder un partido de fútbol. También erró un gol, estando solo frente al arco, y sus compañeros y el entrenador no dejan de reprochárselo. Después de ducharse, su amigo Tony (James Nesbitt) les cuenta a todos un chiste sobre una mujer lisiada, en silla de ruedas, con la que dice haber tenido sexo. Muchos se ríen, otros lo tildan de perverso. Estamos en el vestuario de una cancha de fútbol, espacio exclusivamente masculino, y Go Now establece en estos primeros minutos dos de los temas interrelacionados de la película: la sexualidad y la discapacidad.
En un film que apenas dura 80 minutos, Michael Winterbottom se toma su tiempo para ir construyendo la relación entre Nick y Karen (Juliet Aubrey), desde que se ven por primera vez hasta que deciden irse a vivir juntos. Él aparece como un hombre definido por su actividad física: el fútbol amateur con los amigos en alguna de las tantas Sunday League dispersas por todo el territorio británico, su sexualidad, su trabajo manual como yesero, tocando el piano, saliendo a correr. A ella la conoce, no casualmente, en un boliche, y la “rescata” de manos de un pesado usando sus puños. Todo esto hará que su deterioro físico, paulatino pero irreversible, le resulte aún más difícil de aceptar.
Con frecuencia, los telefilms sobre enfermedades crónicas o terminales -casi un género en sí mismo dentro de las ficciones televisivas, un clásico de las movie of the week estadounidenses- suelen apelar a un sentimentalismo abrumador y a mensajes esperanzadores. Jimmy McGovern, uno de los guionistas de Go Now, los definió despectivamente como “dramas en silla de ruedas”. Aquí, en cambio, se respira autenticidad, en parte porque el otro guionista fue Paul Henry Powell, él mismo un enfermo de esclerosis múltiple, que basó la historia en sus propias experiencias. Pero también por el modo en que Winterbottom maneja los hilos del relato.
“Queríamos evitar el enfoque sentimental, el más fácil”, contó el director en una entrevista con la revista francesa Positif en diciembre de 1996. “Intentamos hacer algo más agudo, más duro... y más divertido. Como era la historia personal de Paul Henry Powell, había momentos delicados: por ejemplo, ¿era necesario que su novia se acueste con otro? La BBC se oponía mucho a esto, porque consideraba que eso hacía al personaje terriblemente desagradable. Y Paul nos dijo: ‘¡Mi mujer se las va a agarrar conmigo!’”, agregó. Es en estos detalles, entre otras cosas, donde Go Now se despega de la media de los dramas médicos: no pretende limar las aristas más complejas de la historia y de sus personajes, y las conjuga con mucha naturalidad con momentos de humor y dulzura. Es una película sobre las consecuencias de la enfermedad, y no sobre la enfermedad en sí misma.
Winterbottom desperdiga el humor en esos inserts en blanco y negro y en las leyendas irónicas que cada tanto se filtran en la narrativa. Los chistes groseros marcan en buena medida la relación entre Nick y sus mates, en especial Tony. Todo un comentario sobre la amistad masculina: el humor negro y de trazo grueso, en ocasiones machista, como una especie de catalizador, acaso la única forma que estos compañeros de andanzas encuentran para decirse algunas cosas. “La insensibilidad del mejor amigo de Nick demuestra, también, la restringida capacidad para la intimidad de un modo particular de masculinidad normativa, en el que el afecto homosocial se expresa paradójicamente a través de la burla y el abuso”, interpreta Bruce Bennett en su libro The Cinema of Michael Winterbottom: Borders, Intimacy, Terror (2014).
A medida que la esclerosis múltiple avanza, que la vida cotidiana de Nick se ve cada vez más limitada y dependiente, él muestra una mezcla de autocompasión, resentimiento y vergüenza. “Soy yo el que está en esta silla de ruedas, pero sos vos la que no se puede mover”, le grita a Karen, y le pide que se vaya, en la escena más dramática del film. La película toma el título de la canción “Go Now” (1964), interpretada por Bessie Banks, que Nick y Karen tocan en el piano poco después de conocerse y que suena en el final, durante la boda. Esta melodía le permite plantear al director la ambivalencia de la relación entre los protagonistas, cuyo amor se ve atravesado por las irreversibles consecuencias de la enfermedad.
“En la canción, que capta un momento de crisis en una relación, la cantante suplica a su amante que se marche, al tiempo que insiste en que no quiere que él o ella se vaya. La frase final, ‘No quiero verte partir, pero, cariño, será mejor que te vayas ya’, expresa el dolor de estar enamorado de alguien que no quiere o no puede corresponderte, y describe igual de bien los sentimientos turbulentos y contradictorios de Nick y Karen en distintos momentos de la película, ambos inseguros sobre si quieren seguir con el otro”, plantea Bennett.
La reconciliación entre Nick y Karen es resuelta por Winterbottom de manera sencilla pero emotiva, con ingenio y sin caer en sensiblerías. Ella lo espera afuera, bajo la lluvia, hasta que él decide bajar. “Si no te vas, me suicido”, le advierte, y regresa a la casa, una escena que juega con la disonancia entre lo que ocurre y la canción que suena de fondo, la bella “I'll Never Do You Wrong” (1968), de Joe Tex. El anhelado reencuentro se nos niega por un instante. Fundido a negro y volvemos a la misma situación, pero ahora sin música: sólo oímos el sonido de las gotas contra el pavimento. Nick vuelve a bajar, y una banda sonora más convencional nos avisa que ahora sí, habrá reconciliación. “Te amo” y un abrazo, no hace falta nada más.
Michel Ciment y Yann Tobin, que entrevistaron a Winterbottom para Positif, le preguntaron sobre el final de Go Now. “La película es corta, pero uno tiene la sensación de que podría haber continuado. La terminaste con una nota de esperanza que es intencionadamente abrupta”, le plantearon. El director respondió:
“Era la narración autobiográfica de Paul, y todos lo sabíamos: le da fuerza a la película, pero también la limita en cierto modo. A Paul le habían diagnosticado la enfermedad años antes, y había estado bastante impedido durante algún tiempo. En el momento del rodaje, estaba en remisión y acababa de tener un hijo: su vida estaba entonces en una fase optimista, y eso es lo que él quería mostrar. Por eso, sin duda, la película evade ciertos aspectos psicológicos ligados a la enfermedad, en particular los relativos a su carácter totalmente imprevisible. Al mismo tiempo, eso es lo que la hace interesante: no se contenta con hablar de la enfermedad; también nos muestra a una persona como tantas otras, con sus problemas”
Ese final, entonces, no es una prueba de que Nick ama la vida, como propone el espantoso título elegido para el estreno en Argentina, etiqueta voluntarista que poco tiene que ver con el espíritu de esta película. Go Now no niega que se vendrán tiempos difíciles para sus protagonistas, que el futuro les depara más tristezas que alegrías. La enfermedad es crónica y en buena medida ingobernable. Es probable que ambos deban mudarse a Glasgow, como discuten en un momento, porque ya no podrán pagar el alquiler en Bristol y para estar más cerca de la familia. Pero decidieron enfrentarlo juntos, que siempre es mejor.
Si tenés ganas de algo más…
- Subtitulé al castellano el tráiler del lanzamiento en Estados Unidos de Go Now, donde se estrenó en 1998, cuando Robert Carlyle ya se había convertido en un actor muy conocido. Lo podés ver en el canal de YouTube del newsletter.
- En el año 2000, el British Film Institute realizó una encuesta entre 1.600 profesionales de la industria audiovisual de las islas para elegir los 100 mejores programas de la historia de la televisión británica hasta ese momento. Setenta de ellos son producciones de la BBC, y figuran varios de los unitarios y telefilms mencionados en esta entrega, como “Cathy Come Home” (en el segundo puesto) y The War Game. Acá podés ver la lista completa.
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