#55 - Ese luminoso objeto de deseo
El amor prohibido en una película clave del Cinema Novo brasileño.
PUBLICADO ORIGINALMENTE EL 29 DE OCTUBRE DE 2022
Esta semana en Cinematófilos, Joaquim Pedro de Andrade y la renovación del cine brasileño. Te recomiendo que descargues la película en tu PC para poder verla cuando quieras; si no sabés cómo hacerlo (es muy sencillo) podés revisar acá un tutorial al respecto.
Tu aporte es muy importante para este proyecto. Más adelante encontrarás los links para colaborar, tanto desde Argentina como desde el exterior. ¡Muchas gracias!
Para leer antes de ver la película
“Sólo puedo hacer películas en Brasil y sobre Brasil. Sólo Brasil me interesa”, dijo alguna vez Joaquim Pedro de Andrade. Al revisar su ecléctica filmografía, compuesta por seis largometrajes y ocho cortos, la frase no puede más que confirmarse: desde el documental o la ficción, su cine se metió una y otra vez con asuntos históricos, culturales y hasta mitológicos de su país de muy diversas maneras, siempre interesantes y reflexivas. Con una única excepción, su obra no es demasiado conocida en Argentina, y vale la pena revisar en esta edición una de sus mejores películas, de un enorme rigor formal y narrativo.
Joaquim Pedro de Andrade (1932-1988) fue uno de los nombres importantes del Cinema Novo brasileño, la más significativa de las renovaciones cinematográficas que surgieron en América Latina en los años 60. Nacido en Río de Janeiro y graduado en física, su vinculación más seria con el cine comenzó en el cineclub de la Facultad de Filosofía. Luego de realizar a fines de los 50 un par de cortos documentales en torno a figuras literarias, en 1961 presentó su ficción breve Cuero de gato (Couro de Gato), una película extraordinaria que retrata la vida en las favelas a partir de los chicos que capturan gatos para venderlos a fabricantes de tamboriles en las vísperas del carnaval. Poco después este corto fue incluido junto a otros cuatro en el largometraje colectivo Cinco vezes favela, estrenado en 1962, el momento de la eclosión del Cinema Novo. Ese mismo año aparecieron otras realizaciones clave de los inicios del movimiento, como Barravento, ópera prima de Glauber Rocha; Mandacaru rojo (Mandacaru Vermelho), de Nelson Pereira dos Santos; y Los depravados (Os Cafajestes), de Ruy Guerra, entre otras.
“Teníamos conciencia, y mucha, de que el Cinema Novo estaba modificando las cosas, porque la historia del cine brasileño estaba muy presente... Eramos muy agresivos e impetuosos, creíamos que todo estaba mal. Quiero decir que la tradición del cine brasileño era una tradición principalmente de alienación, que había muchas cosas nuevas por realizar, por experimentar, y entonces se tenía aquella esperanza de modificar las cosas a través del cine”, sostuvo Joaquim Pedro en una entrevista con la televisión brasileña en 1976. Además de protagonista, también fue cronista de la renovación del cine de su país: en 1967 dirigió para la TV alemana el documental Cinema Novo (Improvisiert und zielbewusst), que mostraba a distintos realizadores trabajando en sus nuevas películas, entre ellos Rocha durante la filmación de Tierra en trance (Terra em transe, 1967).
SI NO USÁS MERCADO PAGO, PODÉS HACER UNA TRANSFERENCIA POR EL VALOR QUE ELIJAS AL SIGUIENTE CBU: 0170056540000030252347 (ALIAS: MIEL.PODER.DELFIN)
Buena parte de la obra de Joaquim Pedro está dominada por su mirada documental, atenta y lúcida. En parte su estilo está influido por el direct cinema anglosajón que había presenciado de primera mano en Nueva York, a principios de los 60, cuando estudió con los hermanos Albert y David Maysles, directores de obras fundamentales como Salesman (1969) y Grey Gardens (1975). Luego de sus cortos iniciales y de breves estadías en Francia, Inglaterra y Estados Unidos, realizó Garrincha, alegaría del pueblo (Garrincha - Alegria do Povo, 1963), sobre el excepcional wing derecho del Botafogo que había sido la figura de la selección brasileña en el Mundial de Fútbol de 1962. En uno de los textos del libro Revisión crítica del cine brasileño (1971), Rocha definió a esta película como “un poema épico, el más grande de todos los otros hasta hoy escritos en la literatura brasileña [...] Documental sobre el fútbol brasileño pero sobre todo visión del pueblo, del amor del pueblo, de la miseria, de la alegría, de la superstición y de la grandeza del pueblo en la figura del niño de las piernas torcidas, que es la improvisación paciente del pueblo”.
Como documentalista, Joaquim Pedro fue ampliando sus temas y formas en películas como Brasilia, contradicciones de una ciudad (Brasília, Contradições de uma Cidade, 1968), sobre la flamante capital brasileña, y A Linguagem da Persuasão (1970), que ofrecía una mirada crítica a la sociedad de los 70 a través de la publicidad y el marketing. Algunos consideran que su mejor obra dentro de la no ficción es O Aleijadinho (1978), sobre el gran escultor y arquitecto Antônio Francisco Lisboa.
El primer largo de ficción de Joaquim Pedro es la película que veremos esta semana en Cinematófilos: El padre y la muchacha (O Padre e a Moça, 1966), un riguroso drama minero ambientado en Minas Gerais “donde el deseo y la culpa comulgan la misma fe”, como describió con precisión el cineasta Walter Lima Jr. Su siguiente película es una de las obras claves del Cinema Novo, que logró la difícil tarea de conjugar innovación y popularidad, y la única que en su momento tuvo una amplia circulación en Argentina: Macunaíma (1969), una comedia delirante e imaginativa, con un humor episódico que se asemeja a lo que poco después harían los Monty Python y una mirada descarnada sobre Brasil, sus mitos y sus realidades.
Los inconfidentes (Os inconfidentes, 1972) acaso sea su obra más compleja y refinada. Se trata de una recreación del suceso conocido como Conspiración Minera, ocurrido en 1789, cuando un grupo de terratenientes e intelectuales de Minas Gerais planeó una revuelta, finalmente fallida, para independizarse de Portugal. En el final, con un uso potente de imágenes documentales, Joaquim Pedro revela sus intenciones: hablar del Brasil del presente, gobernado por una dictadura desde 1964.
Su última película fue O Homem do Pau-Brasil (1982), una comedia sobre el escritor modernista Oswald de Andrade. Luego de varios años de enfermedad, Joaquim Pedro murió víctima de un cáncer de pulmón en 1988, a los 56 años, sin poder realizar uno de sus proyectos más ambiciosos: filmar el libro Casa-Grande e Senzala (1933), del sociólogo y antropólogo Gilberto Freyre, proyecto en el que trabajó varios años y no pudo culminar por problemas presupuestarios.
En 2007 el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) programó, en el marco del noveno Bafici, una retrospectiva de la obra de Joaquim Pedro de Andrade. Se exhibieron copias nuevas de sus películas, que habían sido restauradas digitalmente poco antes por la Cinemateca Brasileña con el apoyo de otras instituciones, una iniciativa impulsada por las hijas del director que fue pionera en la región. La impecable copia de El padre y la muchacha, que preserva el excelente trabajo de fotografía en blanco y negro de Mário Carneiro, proviene de esa restauración.
EL PADRE Y LA MUCHACHA
Título original: O Padre e a Moça
Director: Joaquim Pedro de Andrade
Protagonistas: Helena Ignez, Paulo José, Mário Lago, Fauzi Arap
País: Brasil
Idioma: portugués
Año: 1966
Duración: 90 minutos
Para leer después de ver la película
El padre y la muchacha, inspirada en un poema de Carlos Drummond de Andrade, no tuvo éxito en el momento de su estreno y dejó a Joaquim Pedro de Andrade tapado de deudas. “Fue un desastre en términos de taquilla, terminé debiendo lo que no tenía y me tomó años conseguir pagarlo. Llegó un punto en el cual lo que ganaba como salario trabajando de lo que fuera no me alcanzaba para pagar los intereses de lo que debía”, contó el director en la entrevista televisiva de 1976. El enorme éxito de Macunaíma le permitió cancelar todas las deudas. Con el tiempo, y sobre todo a partir de su restauración, El padre y la muchacha comenzó a ser revaluada y vista no sólo como una de las mejores películas de Joaquim Pedro, sino como uno de los títulos más importantes del Cinema Novo.
La principal influencia aquí, como notaron varios críticos, es el cine de Robert Bresson. No sólo por el tema, que remite invariablemente a Diario de un cura rural (Journal d’un curé de campagne, 1951), sino sobre todo por el rigor de la narración y la puesta en escena. Es notable cómo forma y fondo van de la mano durante todo el relato. El padre y la muchacha transmite por un lado la lentitud de la vida en ese pueblo minero detenido en el tiempo, que supo vivir etapas mejores. Es un lugar avejentado, incluso muerto: con excepción de la bella Mariana (Helena Ignez) y del alcohólico que maneja la farmacia, no hay gente joven allí. Y cuando llega el cura (Paulo José, actor legendario, en su debut en el cine) todos parecen estar sometidos a los designios de Fortunato (Mário Lago), el “dueño” de la zona.
Por otro lado, a partir de los encuadres y el uso de los interiores, la película le pone imágenes a las tribulaciones íntimas del cura, que se debate entre ese luminoso objeto de deseo que es Mariana (que siempre viste de blanco) y su asfixiante deber religioso (encorsetado en su negra sotana). Hay una gran cantidad de planos donde el párroco parece “encerrado” por el encuadre o “asfixiado” por los elementos que lo rodean.

Pero El padre y la muchacha no es una película sobre la religión. Tampoco gira en torno a las contradicciones espirituales del protagonista, como ocurre en el film de Bresson. Se trata de una narración de intenciones profundamente políticas. “Si el problema de la vocación religiosa del sacerdote o sus motivaciones psicológicas tienen poco interés [...], el tema central de la película se encuentra en el plano de la alegoría. La imagen de la sotana negra superpuesta a la piel blanca de la mujer -metáfora central tanto de la película como del poema- es la clave de su interpretación. La sotana representa, por un lado, una barrera visual, comprensible en un nivel inmediato, entre el sacerdote y el mundo exterior. Sin embargo, a un nivel más profundo, representa mucho más”, sostiene Randal Johnson en su libro Cinema Novo x 5 - Masters of Contemporary Brazilian Film (1984). “La sotana del sacerdote es el símbolo de una ideología castradora que es cuestionada por el discurso de la película, no sólo la ideología religiosa, sino cualquier ideología restrictiva e inhibidora. La lucha del sacerdote, aunque inconsciente, es contra las limitaciones impuestas por esta ideología, es una lucha por la vida entre los muertos y los moribundos, una lucha contra una pseudomoralidad asfixiante, una lucha, en definitiva, contra los valores anticuados y falsos de una sociedad decadente. En este sentido, El padre y la muchacha es, efectivamente, un ejercicio de desmitificación”, agrega.
Es difícil no leer la película como una crítica a la situación del país, gobernado desde 1964 por una dictadura. El personaje de Fortunato es un tirano, que monopoliza el negocio en decadencia de las piedras preciosas (la única riqueza que parece tener el lugar) y en consecuencia maneja a su antojo la vida de los habitantes del pueblo. El único que se planta de algún modo frente a eso es el farmacéutico, cuya condición de alcohólico le resta credibilidad: lo tratan como a un loco. Acaso esa apatía haya sido en parte la que permitió que los militares tomaran el poder en Brasil.
Glauber Rocha, el integrante del Cinema Novo más embarcado en una empresa teórica, le dedicó unas líneas a El padre y la muchacha en un texto de 1968, recopilado en el libro La revolución es una eztetyka que Caja Negra editó en castellano en 2011. Escribió, con su estilo siempre imaginativo y pirotécnico: “Joaquim Pedro partió de un gracioso poema de Drummond para hacer una tragedia minera, canto bajo de la muerte en las zonas decadentes de la explotación de las minas, donde nada existe más que la imagen de un pasado rico y despojado. Y allí ni la belleza fructifica. La película es triste, lenta, amarga, muda. El ideal de una película sofisticada sobre nuestra aristocracia decadente no se realiza porque el cineasta arremete contra esos orígenes pútridos de nuestra economía y nuestra cultura para decir que aquello no vale nada, que el oro es pobre y que la tradición es una mentira: la recusa del subdesarrollo”.
Si tenés ganas de algo más…
- En YouTube podés ver el corto Cuero de gato, que es una obra maestra. Dura 12 minutos y apenas tiene dos o tres líneas de diálogo (en portugués), por lo que puede apreciarse perfectamente sin subtítulos.
- Si vivís en Buenos Aires, en las librerías de saldos de la avenida Corrientes podés encontrar a precios muy accesibles el libro/catálogo Vida en movimiento (2007), editado por el Malba en ocasión de la retrospectiva dedicada a Joaquim Pedro de Andrade. Es una buena compañía para recorrer la obra del director, que hoy se consigue fácilmente por ahí en excelente calidad y con subtítulos en castellano.
- Recordá que podés seguir a Cinematófilos en Facebook, Twitter o Instagram y opinar qué te pareció la película, sugerir qué tipo de cine te gustaría ver más adelante o lo que se te ocurra. Todo comentario o sugerencia serán bienvenido. Tengo además una cuenta en Letterboxd, donde armé una lista de todas las películas comentadas y otra con todas las películas mencionadas desde la primera edición de este newsletter.
Archivo de publicaciones
Acá podés acceder al archivo de las publicaciones de Cinematófilos. Tené en cuenta que muchos de los links de acceso a las películas no continúan activos.